CLOWN
Hacía su actuación diaria a pie de calle, su retahíla silenciosa de gestos y movimientos, su pequeña función de cine mudo. Limpiaba un cristal imaginario, entregaba una flor invisible y se quitaba el sombrero en una reverencia exagerada. Con el cuerpo y la cara pintados de gris.
Pero nunca miraba los ojos de la gente.
Aquel día, después de dar
por terminada su jornada laboral, recogió la cajita donde algunos habían
depositado su voluntad. Entre las monedas encontró un pequeño papel doblado con
cariño. Terminó de leerlo emocionado y sintió mucho no saber qué ojos le habían
dejado este dulce mensaje:
“¿Está
buscando corazón el hombre de hojalata?”
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